Cambiar de país. 9 mañana. Aterrizo en Londres tras un madrugón canalla, como llamamos en mi familia a los despertares antinaturales. Hace sol. Repito: hace sol.
Instalarme en una vida Art Deco. 10,30 h. Llego a The Beaumont Hotel, mi casa efímera durante tres dias. De este hotel, perteneciente al sello Preferred Hotels&Resorts, se escribió mucho en su apertura hace menos de dos años. Que fuera el primer hotel de una pareja de empresarios muy conocidos en Londres, Corbin&King, fue noticia local, pero que fuera el primer hotel que acogía una obra de arte habitable, lo fue internacional. El escultor Anthony Gormley había diseñado, ROOM, un anexo al edificio Art Deco del hotel. Dicha estructura es una suite que se puede reservar. Es una obra de arte en la que pueden vivir personas.
Yo no duermo en ella, pero dudo que me guste más que mi habitación. Tiene un tocador, que es un mueble que me roba el corazón. También un pasillo que me hace sentir en una casa y no en un hotel (qué fácil me auto convenzo de lo que me apetece). El hotel está lleno de divanes, maderas oscuras, suelos de damero y materiales nobles, que es algo que me da mucha paz. Y está a dos pasos de Selfridges. Volveremos a Selfridges.
Ir a una galería y no entrar. 12 h. LLego a la Whitechapel Gallery. Hay una exposición sobre Arte Electrònico, Electronic Superhighway, que descarto con enorme condescendencia alegando poco tiempo y me meto en la librería. Abro y cierro libros. Me gustan todos los de Pensamiento Creativo. No me compro ninguno. Me apoyo en Amazon para tomar esta decisión.
Callejear, mirar y comer picante. 12-4h. Brick Lane&Shoredicth. Hay tantos nuevos formatos de tiendas, tantos ejercicios de estilo, tantos mundos y submundos comerciales…La reivindicación de lo funcional en forma de objetos esenciales está por todas partes. Qué curioso que en la era del Chaos Magic en Moda, los objetos se simplifican hasta quedarse con el esqueleto. Veo muchas cosas y me pierdo muchas más. A la hora de comer coqueteamos con hacerlo en el, siempre fabuloso, St John´s. Descartado, como la exposición de la Whitechapel, esta vez porque «hay sitios a los que hay que ir con más hambre». También con los puestos de comida callejera, que serán muy callejeros pero que recogen todas las tendencias. Descartado también un menú paleo.
Esto no es óbice para que terminemos en Preem Prithi, uno de los muchos indios de la zona. No hay visita a Londres sin un plato de chicken madrás y una Cobra. Segundo Über del día y vuelta a Oxford Street.
Recordar el refrán: a quien no tiene cabeza...4, 30 h. Oh, he olvidado traerme alguna camiseta para dormir. Grandísima ocasión para comprar una nueva y tirar las anteriores que databan de la era Victoriana.
Ir al Body Studio de Selfridges. 5h. . Este es uno de mis grandes almacenes favoritos del mundo entero. Me gusta el amarillo de sus bolsas, lo bien que sabe ser moderno apoyándose en su patrimonio y la vida que contiene. Uno de los objetivos de la visita es el nuevo Body Studio. Este departamento abrió dos semanas, aún huele a nuevo. La imagen que lo anuncia son cuatro mujeres muy diferentes entre sí porque la idea es que apele a todos, a everybody. Aquí está el juego de palabras body-everybody, que explotan en todo su discurso. Este espacio reúne moda, fitness y bienestar. En Selfridges, y en otros espacios anglosajones, son expertos en algo que hacemos poco y mal: contar lo que ya hacemos. Aquí no han inventado la rueda (qué manía con querer hacerlo). Sólo se han inventado una historia con unas palabras y una gramática que ya manejaban. Tenían las marcas, tenían el espacio, tenían el público: solo necesitaban ponerle un nombre y contarlo. El Body Studio tiene una colección exquisita de maderas, maniquíes y formas de iluminar. Allí está también el Hemsley&Hemsley Café, de las hermanas más dicharacheras de la cocina fácil y sana de hoy.
Microtendencias en el Food Hall de Selfridges. 6h. Tras un paseo por este supermercado (llamarlo así es insultarlo) sirve para extraer las siguientes conclusiones: el spiralizing dominará el mundo: todo lo cortaremos en forma de espiral. Si no sabemos, hay muchos libros que nos enseñan. Se vende mucha agua con cosas: las cosas no flotan pero están en el agua. Puede ser clorofila, jengibre y servir para levatar el ánimo o curar la resaca. Agua con cosas. El término más repetido el «Supercharged». Todo está super cargado: las galletas, los cereales, los chips, las legumbres los complejos vitamínicos. La idea es provocar el «boost» (otra palabrita), el espabilo del cuerpo, darle un empujón.
Un baño con la Reina. 7h. El hotel está a 5 minutos de Selfrdidges. Tras barajar si bajar a la sauna (y descartarlo de la misma manera que la expo de la Whitechapel), me preparo un baño. Aprovecho para leer el despliegue que las revistas inglesas dedican al 90 cumpleaños de la Reina Isabel, que es el día 21 de abril. Maravillosas portadas. ¿Sabríamos hacer nosotros lo mismo: manejar la iconografía de tal forma que lo colocáramos en un lugar entre el Pop, la Historia y la Moda?
Escribir y planear escribir. 7,30h. Tras el baño, bastante perfecto, por cierto, abro el portátil; respondo mails, remato un texto sobre las Bahamas, un acto de desagravio a las pobres islas, y pienso que me gustaría contar qué he hecho en este día tan intenso como el de hoy. La idea es llamarlo algo así como ….»Cosas que he hecho un domingo en Londres…»
Chimeneas, cocktails y despedida en Kensington. 8, 30.- en adelante. Cambio de barrio: nos vamos de Mayfair a Kensington. En Queen´s Gate está un viejo conocido, The Kensington Hotel. Acaba de terminar su remodelación completa y ahora está como un caramelo: las chimeneas están encendida, los sofás color pastel son mullidos, huele de maravilla y la atmósfera es íntima. El restaurante es cálido y sirve una tostada con cangreja muy rica. ¿Por que no ponemos más veces cangrejo encima de pan, aprovecho para preguntarme sin encontrar respuesta? Tras la cena nos mudamos de espacio y vamos a The K Bar, dentro del mismo hotel. La barra de este lugar es de un precioso mármol verde y los taburetes son de terciopelo; sin ser persona de cocktails reconozco que son buenísimos. Este bar es un lugar perfecto para cerrar el día: los precios son correctísimos y el espacio es precioso. Al lado hay una mujer que pregunta si conocemos algún lugar donde se pueda bailar. Dice, con una sonrisa de medianoche, que tiene muchas ganas de bailar.